Facto diario número 66(6).

En la biblia, Dios castiga a menudo actos que ahora reconocemos como normales, con desmesurada dureza. Dos ejemplos son los siguientes:

Onán, segundo hijo de Judah, había sido obligado por su padre a tener descendencia con la mujer de su hermano (que era infertil) para que este tuviera heredero. Onán no quiso porque la descendencia “no iba a ser suya”, y se corrió fuera todas las veces que estuvo con su cuñada. Dios se cabreó con él y lo mató (xd).

Caanan, por la única razón de que vio a su abuelo Noé desnudo, un día que este estaba borracho en su tienda, fue no solo condenado por Dios y repudiado por su familia, sino que su descendencia entera fue maldecida con esclavitud perpetua. El pueblo que nacería de su nombre, los Cananeos, es repetidamente masacrado y visto como inferior a otros pueblos en la biblia.